-“En Corrientes es conocida la explotación en las zonas de cítricos, sobre todo en la época de cosecha. Y desde hace unos años surgió el cultivo de arándanos, que busca captar a chicos y mujeres porque el cultivo es delicado y se necesitan manos chicas por el tamaño de la fruta”, explica Fabiana Janin, del Foro por la Tierra del Chaco, espacio multisectorial que actúa en la región. Y también apuntó a un rol ya naturalizado: “Es muy común la explotación del peón de estancia, la persona que vivió toda la vida en un campo enorme de un terrateniente y es un ‘esclavo sin saberlo’, sujeto a los humores e injusticias del patrón de estancia”. Rolando Nuñez, de la ONG de derechos humanos Centro Nelson Mandela, complementa: “Se encuentra muchos casos de trabajo semi esclavo o esclavo en todo el campo chaqueño. Un solo ejemplo: en la zona del Impenetrable el peón rural no tiene salario”.

-El Movimiento Campesino de Formosa (Mocafor) denunció en enero último “situación de servidumbre en la que viven centenares de trabajadores rurales” en establecimientos ganaderos al margen del río Pilcomayo. “La mayoría de los esclavizados son trabajadores de origen paraguayo que son reclutados en su país por punteros que prometen buena paga por los trabajos en campos de patrones desconocidos, alertó y precisó que los trabajadores se dedican al desmonte, destronques, limpieza de campo, postes, alambrados, corrales, galpones. 

-La Rioja es una histórica provincia con producción de aceitunas. En Aimogasta, a cien kilómetros al norte de la capital provincial, fueron rescatados casi mil trabajadores en febrero de 2007. Todos provenían de las provincias norteñas, dormían en carpas sobre las mismos cajones de la cosecha, no contaban con agua, electricidad ni baños. La paga era incierta.

-De Santiago del Estero migran cada año miles de personas para trabajar en distintas cosechas. Desde el Movimiento Campesino santiagueño (Mocase) señalan que los departamentos que más migración padecen son Atamisqui, Salavina y Loreto (viajan a la cosecha de papa y el desfore de maíz). Y Copo, Alberdi y Pellegrini, que viajan a la caña en Tucumán y a la aceituna en Catamarca y La Rioja. Desde hace décadas se instaló la práctica que los hombres abandonen sus comunidades durante meses. Cuando los hijos crecen, replican la vivencia del padre. El Movimiento aporta dos consecuencias silenciadas de esta migración: las comunidades quedan desprotegidas y los empresarios aprovechan esos meses para aumentar sus ataques sobre los territorios campesinos. En segundi lugar, la  ausencia de campesinos impacta negativamente en las comunidades, ya que caen los stocks físicos de maíz, zapallo, sandía y animales, entre otros. La consecuencia es la pérdida de la soberanía alimentaria de los comuneros y el ingreso a un círculo de pobreza con cada vez mayor dependencia de los trabajos en condiciones de explotación, por monedas, o los deja a merced de las dádivas clientelares de la política.

-Las plantas de celulosa son muy cuestionadas desde su consecuencia ambiental, pero poco se sabe de sus primeros eslabones: los motosierristas de Misiones y Corrientes, hacheros del Siglo XXI, que cortan y apilan los árboles que luego serán las hojas de las impresoras. Trabajan para terceridas al servicio de grandes empresas, duermen bajo lonas y plásticos viejos, donde sobreviven de lunes a sábado. Son trasladados hacinados, cientos de kilómetros, en camiones destruidos. Soportan jornadas de hasta catorce horas de trabajo, paga mínima, maltratos y accidentes constantes.

-Bahía Blanca, Patagones, Pedro Luro e Hilario Ascasubi, todas localidades del extremo sur de Buenos Aires, zona de siembra de cebolla. En noviembre y diciembre llegan gran cantidad de migrantes del norte del país y de Bolivia. En esa época del año se requiere mano de obra para la limpieza (“desyuyado”). En enero comienza la cosecha (“arrancada”) y apilada. En marzo y abril es periodo de empaque. “Los casos de trabajo esclavo son excepcionales, muy poco, pero sí hay mucha explotación, hacinamiento, eternas jornadas y mala paga. Ese tipo de condiciones se da en el 90 por ciento de los casos. Es un fenómeno que hace 150 años espera respuestas del Estado”, explicaron desde la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Migratoria de Bahía Blanca

-En la zafra lanera de la Patagonia funcionan “comparsas” de esquila, cuadrillas de veinte personas que se reparten roles: agarradores, esquiladores, enfardadores, clasificadores, cocineros. Son llevados de estancia en estancia, duermen en galpones fríos o dónde pueden, entre agosto y enero. “Es un trabajo muy exigente. Algunas veces, las menos, trabajan en blanco, casi siempre en negro. Es muy duro desde lo físico, los esquiladores hablan que quienes tienen diez campañas sobre el lomo tienen problemas físicos, de columna, cintura, dolores variados”, explica Carlos Irasola, delegado en Río Negro de la Subsecretaría de Agricultura Familiar.

-El carbón que usan en las ciudades para el asado del domingo proviene de la explotación laboral. Familias enteras recolectan leña, la cortan y acumulan ordenada dentro de un gran horno de ladrillo. Cierran el horno y se prende fuego, que no debe apagarse durante 15 días para que se logre la carbonización de la leña. “Son condiciones absolutamente insalubres, se le paga 20 pesos por jornada de diez a doce horas. Muchas veces trabaja toda la familia. Los menores trabajan de noche, cuidando que no se apague el horno”, afirma Rolando Nuñez, de la ONG Nelson Mandela de Chaco.

-La caña de azucar en Tucumán y el algodón en Chaco fueron dos actividades referentes en el trabajo en condiciones de explotación. Requerían gran cantidad de mano de obra. Con la tecnificación de la cosecha, descendió notablemente la necesidad de trabajadores. Sin embargo, aún persisten establecimientos donde se mantienen los regimenes irregulares.

-Otras actividades y lugares del trajo precario: tabaco en Jujuy, cebolla en San Juan, fruta fina en Chubut y Río Negro, rosa mosqueta en Río Negro, arándanos y cítricos en Corrientes y Entre Ríos, limón en Tucumñan.

-En todo el campo se registra empleo de mano de obra, pero suele haber diferencias en cómo lo entienden los organismos internacionales, funcionarios o académicos y cómo lo practican desde hace generaciones las familias del campo. Todos rechazan el empleo explotador de los niños por parte de privados, a destajo, pero los campesinos diferencian claramente en la actividad que consiste en ayudar a la economía familiar: alimentar los animales propios, ayudar en la chacra familiar, ordenar las cabras y vacas, y otras tareas propias de la tierra campesina o indígena. El trabajo infantil en el campo, al igual que la legislación laboral (insuficiente e incumplida), amerita toda una producción especial aparte.

Subnotas:

“Todas caras de una agricultura industrial”

Gobierno: “Una situación preocupante”

Subnota anterior:

 Explotación laboral y muerte

Nota Principal:

Trabajo rural como sinónimo de explotación