La Facultad de Ciencias Médicas de Rosario homenajeó al Dr. Andrés Carrasco tras su fallecimiento, propuso el Día de la Ciencia Digna y lanzó una de sus propuestas para generar una Red de científicos comprometidos. Además, se leyó uno de los últimos textos de Carrasco. Experiencias y emociones del acto.

ciencia sin patronLa ciencia no es neutral ni objetiva. La ciencia siempre tiene ideología y un sentido político. La ciencia puede aportar a la liberación o al sometimiento. La ciencia puede ser aliada de las corporaciones o estar al servicio del pueblo. Son algunas de las definiciones de la Declaración Latinoamericana por una Ciencia Digna, un espacio que reúne a medio centenar de científicos de cinco países, críticos al modelo transgénico y al extractivismo. El borrador del escrito fue redactado por Andrés Carrasco, el embriólogo molecular que confirmó en 2009 los efectos devastadores del agroquímico glifosato y que falleció en mayo pasado. Parte de su legado es la conformación de una red de académicos críticos al modelo de ciencia oficial que está al servicio de multinacionales.

La Facultad de Ciencias Médicas de Rosario es un edificio centenario. Una casa de estudios atípica, que por resoluciones del Consejo Superior (mayor órgano colegiado) cuestionó al modelo de agronegocios y a la megaminería. Y el 16 de junio pasado dio otra paso: designó esa fecha como el Día de la Ciencia Digna, en homenaje a Andrés Carrasco, a conmemorarse todos los años.

Damián Verzeñassi es médico, subsecretario académico y docente de la materia Salud Socioambiental. Está en el auditorio de la Facultad y coordina el homenaje a Carrasco. “Hoy es su cumpleaños, 16 de junio, y lo recordamos celebrando su vida, su compromiso, que nos llama a no bajar los brazos”, comienza Verzeñassi, ante los asistentes que no ocultan la tristeza.

Toma la palabra otro Damián, Marino, del Centro de Investigación de Medio Ambiente (CIMA) de la Universidad Nacional de La Plata. Investiga el efecto de plaguicidas y conoció a Carrasco. “Nos forman para ver quién publica el mejor ‘paper’, pero hoy ya no podemos hacer eso, debemos plantearnos qué aportamos a la sociedad”, reclamó. Repasó que en sus estudios confirmó que las plazas de los pueblos agropecuarios tienen más agroquímicos que los propios campos sojeros y sinceró que, al investigar los efectos del modelo agropecuario, muchas veces sus pares le preguntaron lo mismo: “¿No te persigue el Conicet (el mayor órgano oficial de ciencia de Argentina)?”. Remarcó que Carrasco le solía decir que las investigaciones científicas no debían quedar encerradas en el ámbito académico, que debían ser difundidas a la sociedad. Y cuestionó a las cúpulas universitarias: “En la Facultad de La Plata los científicos no supieron del fallecimiento de Andrés, pero sí lo supieron y lamentaron los estudiantes”.

El decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, Miguel Farroni, afirmó que la premisa de la casa de estudios es el compromiso social de los egresados y que los científicos deben exponerse a la sociedad. Valorizó a Carrasco por animarse a alertar los riesgos en la salud del pueblo y lamentó que muchos otros científicos silencien las consecuencias del modelo transgénico: “Ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial”, chicaneó a quiénes no hablan por temor a perder subsidios o represalias de funcionarios de turno.

Madres y pueblos fumigados

Daniel Verzeñassi, del Foro Ecologista de Paraná, recordó que los críticos al modelo agropecuario solían ser chicaneado por no tener “fundamentos científicos” en sus cuestionamientos. Y, en ese mismo sentido, revalorizó la importancia de que un académico como Carrasco haya investigado y hablado. “Sentimos que Andrés va a seguir diciendo y haciendo, porque sembró muchísimo. No pudimos estar con él tods las horas que quisimos, pero vamos a estar muchas más horas de las que imáginamos”, aseguró.

Carlos Manessi, del Centro de Protección de la Naturaleza (Cepronat), rindió el homenaje de los pueblos fumigados de Santa Fe a Carrasco y prometió seguir en la lucha. “Andrés nos inspira, seguiremos caminando junto a él. Nos iluminó”.

Sofía Gatica, de Madres de Ituzaingó Anexo de Córdoba, estaba conmovida. Recordó el día que un hombre golpeó la puerta de su casa, se presentó como científico y le dijo que ellas tenían razón en cuanto al efecto de los agroquímicos en la salud. Corría 2009 y Carrasco se acercaba por primera vez a las inspiradoras de su estudio, las Madres de Ituzaingó. Cuando las denuncias de las Madres llegaron a juicio, en 2012, los jueces le preguntaron a Carrasco por qué no había participado de la comisión creada por la Presidenta y encabezada por el Conicet para dilucidar los efectos del glifosato. Gatica resumió: “El Conicet le hizo la vida imposible a Andrés. Y la Presidenta se reúne con Monsanto. ¿Cómo iban a convocar a un científico que denuncia al modelo agropecuario?”.

Gatica apenas podía hablar. Afirmó que Argentina le debe mucho “al doctor Carrasco”, lamentó que muchos no sean conscientes de todo lo que él hizo, pero también se mostró esperanzada: “Las semillas que sembró Carrasco están germinando en toda la Argentina”. 

 Compañera

Alicia Massarini, doctora en ciencias biológicos, investigadora del Conicet y compañera de Carrasco, leyó una carta. “Quiero destacar de Andrés su apego incondicional a los principios éticos que inspiraron su actividad como científico y al mismo tiempo como ciudadano, como ser político. Y en relación con ello una decisión crucial: elegir entre las normas de legitimación del saber científico que impone la academia y las normas éticas que deberían orientar la responsabilidad social de los científicos. Andrés optó sin dudarlo por su compromiso con la sociedad”.

Detalló que, por esa elección de vida, pasó a ser blanco de agresiones y aprietes de abogados y matones de las empresas, pero sobre todo de una incesante campaña de desprestigio sin precedentes en la historia de la ciencia nacional, que no cesó ni cuando los resultados de sus investigaciones fueron publicados en una prestigiosa revista científica internacional. “Aunque nos llene de indignación este comportamiento de funcionarios, científicos y tecnócratas funcionales al modelo hegemónico, no debe asombrarnos. La desobediencia de Andrés desnudaba el lado oscuro y devastador de un modelo de producción agropecuaria basado en una tecnociencia instrumental, mercantil e irresponsable que se presentaba como virtuosa y progresiva”, denunció.

Reivindicó que que el saber científico no es neutral y destacó que Carrasco mostraba que había dos maneras de hacer ciencia: una “pueblocéntrica” inspirada en las necesidades sociales más acuciantes y otra “empresocéntrica”, funcional a la lógica del sistema, proveedora de insumos  tecnocientíficos y de un discurso legitimador que se reclamaba como universal y objetivo. “Andrés interpeló la lógica de la comunidad científica”, afirmó.

Hizo especial hincapié en que Carrasco no ubicaba su investigación como un verdad absoluta, sino como una contribución que cobraba sentido junto a otros saberes, los de los pueblos que desde hace años padecen, resisten y saben que los agrotóxicos enferman y matan. “Andrés supo que esta era una lucha fundamental en Latinoamérica y no dudó en poner todo su empeño y energía en estrechar lazos, intercambiar experiencias y ofrecer todo su saber al servicio de las causas que los movimientos sociales”, detalló Massarini. Y aseguró que Carrasco reinstaló el debate iniciado en latinoamericanos por Oscar Varsavsky, Amílcar Herrera o Jorge Sábato respecto a la no neutralidad de la ciencia y que reclamaban la necesidad de apostar a un proyecto propio, acorde a las necesidades y prioridades de los pueblos.

Ya con un nudo en la garganta, Massarini leyó las últimas oraciones: “Maestro, médico, científico, militante de la vida, compañero. Andrés, íntegro, único, indispensable. Andrés, siempre presente en nuestras luchas, siempre en nuestros sueños”.

Científicos comprometidos

Carlos Vicente, de la organización internacional GRAIN, presentó un escrito de Andrés Carrasco, puntapié para el lanzamiento de la la Red de Científicos Comprometidos. Un texto largo, por momento con explicaciones técnicas que detalla por qué los transgénicos han demostrado su fracaso y confirmado su perjuicios a la salud y el ambiente. También, claro, el texto contiene aportes que no se disfraza de falsa neutralidad ni sin ideología (como suele argumentar buena parte del establishment científico):

-“El modelo de agronegocios y el control territorial: la apropiación por despojo de tierras y territorios debe ser vista en el marco de un diseño geopolítico extendido a lo largo y ancho de América Latina y que forma parte de un proyecto de dominación y control de la producción de alimentos mediante la diseminación legal e ilegal, de semillas genéticamente modificadas o transgénicas. Derogando así  la soberanía alimentaria de nuestros pueblos”.

-“El modelo extractivista, es una pieza fundamental del modelo neocolonial de apropiación por despojo. Es imposible entenderlo sino a través de un fuerte protagonismo de una tecnología amañada y con fundamentos científicos frágiles en concepción”.

-“Existe una ciencia cada vez más dependiente de los poderes hegemónicos, violando el derecho a una ciencia autónoma para beneficio directo de la sociedad”.

-“Los cultivos transgénicos son vehículos diseñados no para alimentar al mundo, sino para la apropiación sistemática e instrumental de la naturaleza; y sin duda un instrumento estratégico de control territorial, político y cultural, de una nueva etapa neocolonial”.

-“Los pueblos latinoamericanos tienen el derecho irrenunciable a desarrollar una ciencia transparente, autónoma y que sirva a sus intereses”.

-(Empresas y gobiernos) “Violan procesos biológicos con procedimientos rudimentarios, peligrosos y de consecuencias inciertas que mezclan material genético de las plantas con el de distintas especies (vegetales y animales)”.

-“El círculo se cierra al ocultar el condicionamiento y cooptación de instituciones como las universidades públicas y el sistema científico por las fuerzas económicas y políticas que operan en la sociedad. Logran así el mérito de ser la parte dominada de la hegemonía dominante”.

-“La manipulación genética es solo una tecnología y afirmamos que hoy no tiene una base científica sólida por lo que constituye un peligro para el equilibrio natural y la diversidad biológica y por lo tanto para el proceso evolutivo cuando ésta se aplica en la naturaleza”.

-“Hay grandes negocios y un enorme relato legitimador que los científicos honestos no podrán evitar interpelar, aunque las empresas transnacionales compren todas las editoriales de revistas científicas o bloqueen las publicaciones y voces que interpelan el sentido de la ciencia neoliberal-productivista. La ciencia, su sentido del para qué, para quién y hacia dónde, están en crisis y nosotros en la patria grande no podemos fingir demencia si queremos sobrevivir soberanamente”.

-“Ante el peligro de esta embestida neocolonial es urgente el debate sobre la autonomía en los países periféricos ante la prepotencia de las corporaciones y sus gobiernos en América Latina”.

El texto, escrito por Andrés Carrasco semanas antes de su fallecimiento, esboza conclusiones que también son llamados a la acción: “La activación del principio precautorio ambiental, biológico y alimentario debe ser inmediata. Debido a la debilidad y la falacia de los argumentos de los defensores (de los transgénicos), es urgente la prohibición absoluta de todo OGM en el territorio Latinoamericano” y, por otro lado, remarca la “necesidad urgente” de establecer un red de científicos con concepciones respetuosas de la complejidad y con capacidad de interpelar a las empresas y las comunidades científicas que sostienen y promueven los OGM”.

A la lectura le siguió el aplauso de todos los asistentes. El sueño de Andrés Carrasco, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad de América Latina, comenzaba a andar. A los pocos días, ya había más de 50 reconocidos y respetados académicos de Argentina, México, Ecuador, Costa Rica y Brasil.

Presente

Los hijos de Carrasco (Luciana y Andrés) y el nieto (Lucas, de 12 años) seguían el homenaje desde el fondo del auditorio, emocionados. Se acercaba el cierre del acto y Sofía Gatica, de Madres de Ituzaingó, pidió que sea ellos quienes hablen. Luciana pidió disculpas pero no podía hablar. Andrés Carrasco hijo agradeció el homenaje y pidió no bajar los brazos. Se excusó en que el hablar en público no era lo suyo, pero emocionó a todos.

Cuando el aplauso de cierre daba paso a la despedida, Lucas Vaca, de la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida (de Córdoba, donde se oponen a instalación de Monsanto) tomó la palabra y, entre lágrimas y puño en alto, emitió un grito de lucha al que se sumaron todos los asistentes: “¡Andrés Carrasco… presente. Hoy y siempre!”.

Carrasco ya es semilla.

* Por Darío Aranda. Publicado el 30 de julio de 2014 en lavaca.org